QUE TODO SALGA BIEN, Y SI NO... (Impresiones del director sobre el estreno de GIGI, el 16 de abril de 2012).


Palpitaciones. Sudor frío. Olor a cortina apolillada. Y la gente empieza a entrar. «Era aquí, ¿verdad, cariño? ¿Nos sentamos?» ¡Oh, Dios mío, no...! ¡Este foco no va! Vale, vale... tranquilízate, campeón. Todo se solucionará... Ruido de pasos caminando sobre la madera del suelo. Falta de aire. Temblor en los dedos (que están fríos como carámbanos). Un último intento: arriba con ese interruptor... Y al comprobar que, con el toque de una yema, se encienden las luces del escenario, suelto un suspiro que me deja vacío. «¡Míralo, si está ahí arriba, donde la platea... ! ¡Eh, Pablo, que al final hemos venido! ¡Mucha mierda!» Mierda, mierda, mierda... La palabrita de marras se me mete entre sien y sien mientras contesto a mis amigos con una sonrisa nada confiada desde el control de luces, allá, perdido en el kilómetro ocho del palco.
«Vamos, ya está la cosa lista. Un último descenso a los infiernos para desearles suerte a mis chavales, y arriba el telón» me dice la conciencia. Y la verdad es que, si yo estoy nervioso, imaginaos lo cardíacos que me voy a encontrar a mis morfeos, perdidos en ese mar de ropa, atrezzo barato y textos de por si acaso...
Y mientras recorro a trompicones, apestando al sudor de ese que sueltas cuando tienes miedo, las escaleras hacia el escenario, una voz me dice: «¿Quién cojones te mandaría a ti meterme en este embolao, so imbécil?» ¡Pues sí que estamos buenos, la verdad! Estoy ahora como para ponerme a recordar cómo empezó la aventurita esta...
Una tarde de verano, una fantasía conjunta, un escenario imaginario con gente desconocida interpretando papeles aún por repartir... ¡Qué bonito fue soñar aquello! Dos amigos que se despiden, uno que se va a otra ciudad para iniciar la universidad, y el otro que se queda esperando cumplir un año más para reunirse los dos, al fin, en la misma ciudad, en la misma universidad, y poder hacer realidad, de una vez, el sueño de aquella noche de verano: vivir el teatro desde dentro, fundando su propia compañía y montando su propia obra... Aquellos dos chicos lo habían conseguido; de hecho, uno de ellos es el histérico que ahora baja las escaleras a todo correr.
En pleno cénit del flash-back, el olor a terciopelo raído de las cortinas que tapan el acceso al escenario me devuelve a la realidad. Subo discretamente al lateral de la escena y me meto a los camerinos. Allí me encuentro con un ambiente de puro nervio tan denso y agobiante que casi me pongo a hiperventilar. Mis cinco actrices y mis dos actores están que no caben en sí. Apenas notan que acabo de entrar, me bombardean a preguntas sobre la afluencia de gente que ha venido a presenciar este, nuestro primer estreno como grupo de teatro.
—Tranquilos, tranquilos... —digo, aunque yo mismo podría pasar por el más excitado—. Sólo tenemos que tratar de recuperar el mejor ensayo que hayamos hecho, ¿bien? El público está esperando ya, de forma que preparaos a conciencia... Y para aligerar esos pulmones... venid aquí: hagamos El Conjuro.
«El Conjuro...», una vieja fórmula mágica que, antes de cada función, gritaremos todos juntos, con fuerza, apretando las manos unos con otros.
—Dadme la mano—, y extiendo la mía, húmeda y temblorosa. Se le van sumando las de mis compañeros. El rumor del público arrecia—. Tomad aire. Vamos, respirad hondo—, todos llenamos el pecho de energía, de ganas de gritar, de salir a escena de una vez y comernos el mundo a golpe de focos—.  Bien, y ahora repetid conmigo: «Que-to-do-sal-ga-bien-y-si-no-mier-da»
Y ya en la mesa de luces, a mitad de la primera escena del acto segundo, ya todo calmo, todo transcurriendo según preví; aún en mi oído resuena con fuerza ese grito conjunto en el que todos habíamos puesto nuestro miedo, nuestros nervios, nuestras ganas de que todo empiece, de que acabe y de que podamos repetir.
Nunca se borrará de mí aquel grito mágico. Aquel:

¡¡¡QUE TODO SALGA BIEN, Y SI NO... MIER-DA!!!

A día de hoy, 26 de abril, se suspenden todas las representaciones de Gigí por motivos ajenos al grupo. 

Nuestra propuesta: Gigi


El punto de partida de la obra que presentamos este año es Gigi, la novela que publicara la escritora francesa Colette en 1944. A raíz de esta exitosa y polémica obra, pocos años después Anita Loos, dramaturga estadounidense, realizó una adaptación teatral que se estrenó con muy buenas críticas en el Brodway de los años cincuenta (por cierto, con una incipiente Audrey Hepburn en el papel principal). Nosotros hemos retomado esa adaptación teatral y la hemos convertido en nuestra obra, respetando siempre el sentido que la autora le otorgó a cada frase del texto.

La moraleja que el espectador puede sacar después de asistir a la representación de Gigi no es nueva; la historia de esta inocente joven a la que su familia pretende convertir en prostituta nos concierne.

Gigi vive en su mundo de niña, totalmente despreocupada del futuro que están tramando para ella su abuela y su tía, antiguas y exitosas cortesanas de lujo que pretenden convertir a su ahijada en la mantenida del millonario Gastón Lachaille.

En este personaje masculino podemos ver reflejada una realidad que continuamente nos llega hoy por los medios de comunicación: la irritante presencia de individuos que, sin realmente merecerlo, se han convertido en fenómenos de masas, puestos continuamente en el punto de mira de las revistas del corazón. La decisión de Gigi sobre entrar o no en ese mundo de folletines, cotilleos y otras escabrosas historietas, será el motor que accione la trama de esta divertidísima comedia de enredo, conspiraciones y amoríos.

Que la disfruten.


REPRESENTACIONES:

Colegio Mayor Cerbuna, lunes 16 de abril, a las 20h00

Colegio Cívico de la Universidad, viernes 27 de abril a las 19h00


Cartel realizado por Guillermo Blanco Martín (guillermo_wali@hotmail.com)

Presentación

En la mitología grecolatina, una de las más ricas de Europa, encontramos la enigmática figura de Morfeo, el dios de los sueños. Con el sutil batir de sus alas, inducía al pueblo de los mortales a dormir y a vivir inenarrables fantasías a través del sueño

Paul Laupeir,
Sobre la imaginación y demás realidades,
París, 1823.


Si el teatro es el mundo que existe al otro lado del telón, al otro lado de las candilejas y permite vivir las cien experiencias con las que cualquier espectador sueña, ¿qué mejor nombre que el de esta divinidad para bautizar nuestro proyecto? Y tras esta enrevesada introducción...

¡Hola a todos!

Somos Morfeo, un grupo de teatro integrado en su totalidad por estudiantes universitarios que, en plenos tiempos de crisis, estamos dispuestos a jugar con lo que encontremos al otro lado de la realidad y transformarlo en espectáculo para todos los públicos. No es tarea fácil: en nuestros primeros pasos por el mundo del teatro nos hemos encontrado con más obstáculos que ayudas, y sin embargo aquí estamos, a punto de estrenar nuestra primera obra; proyecto en el que hemos empleado, además de interminables horas de ensayo, confección de vestuario y decorado, toda la ilusión y toda la energía que se pueda sacar de un puñado de jóvenes que comparten la misma pasión: el teatro.

Nuestro grupo nació a finales del año pasado, fruto del sueño que tuvieron, en cierta noche de verano, tres jóvenes de Pamplona que empezaban la universidad en Zaragoza. Al principio, el fundar Morfeo se veía como algo difícil que rozaba lo imposible. Los problemas se multiplicaban cada vez que se pensaba en el grupo: “¿Y dónde ensayaremos?” “¿Y en qué escenario montaremos la obra?” “¿Y cómo conseguiremos gente?” “¿Y el tema de vestuario, maquillaje y demás, qué...?”

Poco a poco se fueron solventando estas cuestiones... hasta llegar a hoy. Morfeo es ya una realidad que pocos creíamos posible. A pocas semanas para la fecha de nuestro primer estreno, sólo cabe decir una cosa:

¡Mucha mierda!